Jim Collins en su libro Good to Great habla sobre el almirante norteamericano James Stockdale, quien combatió y fue prisionero durante la guerra de Vietnam. Allí, cuando el almirante pensaba que estaba en la cima de su carrera, fue alcanzado por un proyectil, apresado y encerrado durante ocho años. Un periodo donde no sólo le privaron de la libertad, sino que también fue torturado en numerosas ocasiones.
Pero hubo algo que hizo sobrevivir al almirante durante su cautividad pese a todas las torturas y fue su fe en que al final todo se solucionaría.
Sin embargo, eso ya lo hemos oído en innumerables ocasiones. ¿Dónde está la diferencia entre la visión optimista de la realidad y la visión de Stockdale?
El almirante sabía que al final las cosas se arreglarían, pero era plenamente consciente de la dureza de su realidad en ese momento, de que había que prepararse para lo peor.
«Nunca debes confundir la fe en que vencerás al final, que nunca puedes permitirte perder, con la disciplina para enfrentar los hechos más brutales de tu realidad actual, sean los que sean».
James Stockdale
Para entender la importancia de esta forma de afrontar los problemas, Collins le hace una pregunta al almirante cuya respuesta es demoledora: «¿Quien no logró salir?. A lo que Stockdale respondió: «los optimistas. Ellos fueron los que pensaron que saldrían en Navidad, y al llegar la Navidad allí seguían. Luego decían que saldrían en Pascua, pero la Pascua se fue y no salieron. Y al final murieron con el corazón roto».
Lo que al autor intenta transmitirnos es que debe existir un equilibrio entre el optimismo en el futuro y el realismo del presente.
En resumen, debemos esperar lo mejor pero prepararnos para lo peor.