Cuando apenas quedan dos semanas para que se cumpla un año desde el primer cierre de nuestra empresa a causa de la pandemia, aún recuerdo el momento en el que notifiqué al equipo que cerrábamos nuestras instalaciones y cancelábamos todas las visitas. Era momento de pensar en nuestras familias, y de ver que estaba ocurriendo realmente para valorar la magnitud del problema. Seguramente, ni los más pesimistas esperaban 365 días cómo los que hemos vivido.
Ha sido una situación de incertidumbre, porque no sabíamos como iba a evolucionar; de tristeza, por no poder ver a nuestras familia y amigos; de dolor, por ver fallecer a gente cercana; y de sufrimiento, por no poder desarrollar nuestra actividad empresarial como nos hubiera gustado.
Hemos tenido que evolucionar, que adaptarnos a las circunstancias. No nos podíamos permitir quedarnos parados, por nosotros, y por nuestros clientes. Aquellos que habían depositado su confianza en nuestra empresa para vender su vivienda, necesitaban que el máximo de nosotros.
Y resulta, que para evolucionar, la mejor alternativa es no tener alternativas. El ser humano siempre hace mucho más para evitar el sufrimiento que para lograr placer. El punto de inflexión, la mecha que enciende el cambio, aparece en los momentos más duros.
Evitar ese dolor en nosotros y en los demás, es un motivo, un gran porqué que sustenta esas ganas de mejorar. La fuerza de voluntad por si sola no suele ser suficiente, hace falta un motivo fuerte.
Formación, nuevas herramientas, líneas de negocio complementarias, búsqueda de alternativas. El tejido empresarial español, compuesto en su gran mayoría por pequeñas empresas, ha vivido un cambio obligado por las circunstancias. Ha tenido que reinventarse para sobrevivir.
No podemos cambiar las cosas que ocurren a nuestro alrededor, pero si podemos cambiar como nos afectan. Cambiar nuestra actitud frente a los problemas.
Nos espera aún un tiempo complicado, dónde muchas empresas pasarán por importantes apuros. Llega el momento de crear sinergias, de unirse, de apoyarse, de luchar y reinventarse. España ha demostrado que sus empresas y trabajadores están hechos de otra pasta y que no nos rendimos jamás
Los golpes de la vida no pueden destrozar a una persona cuyo espíritu se forja con los fuegos del entusiasmo
Norman Vicent Peale