El tiempo es una variable que en cualquier business plan juega un papel capital. Los flujos de caja (cash flow), nos pueden mostrar un escenario idílico o terrorífico, en función de cuando se produzcan las entradas. Y es que las necesidades de capital van a depender del momento en el que se produzca el cobro.
Si los tiempos estimados en nuestra proyección financiera fallan, pueden tirar por tierra la rentabilidad esperada.
Pues resulta, que en el sector de la promoción inmobiliaria, el tiempo es una variable con alto nivel de incertidumbre.
En España, el tiempo medio de ejecución de un proyecto inmobiliario es de 3 años. Y resulta que el porcentaje de tiempo que representa la parte puramente constructiva supone poco mas del 50%. Es decir, que el resto del tiempo se destina a papeleos y burocracias varias. Ya sean licencias, permisos, autorizaciones o registros.
Y esto hablando en un proyecto con un suelo urbano que no requiera de actuaciones previas, informes de carreteras, costas, medio ambiente, etc. Porque si nuestra promoción depende de algún organismo «extra», los plazos pueden tirar por tierra cualquier previsión previa.
En una época en la que la velocidad de adaptación es importantísima, donde las tendencias cambian de un día para otro, donde las economías son cada vez más sensibles a lo que ocurre alrededor, no podemos permitir que los plazos para poner en manos de un propietario una vivienda, el time to market, sea tan largo.
Una parte la debe mejorar el sector promotor, industrializando la construcción y acortando plazos, pero la Administración debe mejorar su agilidad. Esto repercutirá es un producto más competitivo y más asequible.
